fotografía: Salva, Ricardo, Laura y Remei
La noche de San Valentín en Kathmandú fue una de las noches más especiales que vivimos en Nepal. Fue esa noche que conocimos
a Ricardo y Laura, no en el Central Mall, como comentamos que habíamos estado en el post anterior, en medio de tanto festín, sino en una
performance que habían montado en la Masala Street, en el barrio de Thamel, donde tocaban música
romántica y donde los transeúntes habían
hecho un semicírculo para escuchar al grupo que tocaba.
Al final de la sesión musical, pidieron que algunas parejas saliesen al medio para hacer una de esas pruebas con tarjetas en que le preguntan individualmente a cada uno de los miembros de una pareja información sobre el otro, para que luego en voz alta se diga lo que han respondido y se vea quién sabe más de quién y el público se ría a carcajadas cuando las parejas descubren que no saben nada del otro miembro.
Cantando y tocando en una performance de San Valentín en Thamel
Fuimos la tercera pareja, evidentemente. Pero
no quisimos meternos en tal berenjenal, con la escusa de no ser nativos de
inglés, y nos ofrecieron bailar. Salva, con su
ímpetu natural, decidió ofrecerse a tocar la guitarra. Aceptaron, nos echamos a
tocar la guitarra, él, a cantar yo. Al principio no sabíamos qué canción tocar,
pero al final de los cinco segundos que tardamos en decidirnos, elegimos una en
español sobre el amor. Curiosamente era la primera que él me había tocado
cuando nos conocimos. Teníamos vergüenza, yo cantaba casi en voz baja y él iba
serpenteando con cierta timidez las cuerdas de la guitarra, pero poco a poco el ambiente se fue animando y
el público acabó vitoreándonos. Un éxito completo.
El viaje de Ricardo y Laura a conocer la niña que tenían apadrinada con la Fundación Vicente Ferrer
Son
momentos magníficos de los que no suelen quedar fotos porque estás solo
viviendo, porque simplemente estás (este blog es, precisamente, nuestra historia de un estar). Solo que en este caso sí tuvimos tres
fotos. Cuando terminamos, se nos acercó una pareja. Una pareja estupenda que
marcaría inconmensurable nuestro viaje y viceversa. Unas de las mejores
personas que conocimos en nuestros tres meses en el Nepal. Ricardo y Laura
aparecieron allí, nos saludaron, y con ellos ya nos fuimos a tomar té. La
amistad viajera nos unió en aquel momento y compartir con alguien todo lo que
estábamos viviendo nosotros y todo lo que habían empezado a vivir ellos, que hacía muy poco que habían llegado a Kathmandú, y lo que iban a vivir posteriormente fue por lo menos maravilloso.
Fue precisamente gracias a esta amistad que mi visión de los apadrinamientos
cambió, teniendo al fin una historia concreta, totalmente verídica y sobre todo pudiendo compartir la alegría que les aportaba el viaje que iban a realizar. Muchas personas me han contado (y creo que antes yo también compartía este parecer) que no apadrinan por falta de confianza en la solvencia y la transparencia de las ONGs; creo que con este caso se puede cambiar de opinión y es que cuanto más te acercas a historias de vida de los demás más aprendes sobre ellas y sobre tu propia forma de hacer las cosas. Su historia era fantástica. Su viaje incluía Nepal, India y Tíbet, y en
la India irían hasta al sur a conocer a una niña que tenían apadrinada a partir de la Fundación Vicente Ferrer, que, por cierto, permite conocer sus proyectos en la India durante unos días.
Tuvimos
la suerte de conocerlos antes de su viaje a la India y de poderlos ver a la vuelta,
todas las veces con una alegría indescriptible. En su vuelta nos contaron todas sus andaduras por la India, el día que pasaron en Anantapur, una de las zonas más pobres del país, cómo los recibieron desde la Fundación y las familias del lugar y, más en general, cómo fue el día que pudieron conocer a esa gran niña, que se llama Mounika y que vive en Anantapur, la guinda de un viaje que incluía muchas más experiencias de vida.
En uno de los posts del blog de Ricardo y Laura, Viaje por la India, Tibet y Nepal 2014 por Ricardo y Laura... y Thailandia y Camboya, nos cuentan:
"Después de 5.600 km. recorridos por tierra, y los 3.000 km. de trayectos en avión, mañana 27 será nuestro último día en la India. Muchos y muy bonitos recuerdos nos llevamos de aquí. Por sobre todo la visita a Mounika, nuestra niña apadrinada. Solo por ese viaje hasta su casa y conocer de primera mano el trabajo extraordinario que realiza la Fundación Vicente Ferrer, mereció la pena venir a la India!!Un Nepal une a cualquiera. A veces un poco demasiado. Pero lo importante no es cuánto, si mucho, demasiado o poco, sino en qué consiste la unión y hacia qué caminos nos movemos. Nosotros volvimos a casa, a esa Barcelona que se nos hizo al llegar grande, o demasiado pequeña, según se mire y que tuvimos que volver a hacerla de nuestro tamaño, pero ellos, Ricardo y Laura también, pero ellos al llegar prepararon las mochilas para su próximo viaje de su vida de tres meses al sureste asiático, por Thailandia, Camboya, Laos y Vietnam.
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